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lunes, 10 de septiembre de 2012

Los presupestos más esperados de Fomento



E n los últimos 4 años hemos visto acercarse y alejarse la posibilidad de que nuestra economía se reactivase, y en alguna ocasión hemos avisado en estas páginas de la posibilidad -más o menos cercana- de que la caída dejara de acelerarse. Incluso hemos hablado varias veces de posibles brotes verdes. Evidentemente no ha habido brotes verdes, la caída ha sido cada vez más agresiva y hemos aprendido a no creer en ninguna previsión, ni favorable ni negativa, ya que, o bien, todo está mediatizado en beneficio de intereses superiores, o bien ningún organismo tiene la menor idea de lo que preve y lanza sus vaticinios sin criterio, o quizá sea una confusa e indescifrable mezcla de ambas cosas. Dicen que en una guerra la primera víctima es la verdad, y en nuestra opinión estamos en una larga guerra económica, y la vamos perdiendo. Como españoles, desde luego, pero también como europeos, sentimos falta de una hoja de ruta creíble de nuestras políticas económicas frente al ascenso de las economías periféricas.

Por todo ello ponemos la atención en los próximos presupuestos del Ministerio de Fomento, pero no nos atrevemos a hacer la menor previsión. En otros tiempos diríamos que estos presupuestos, que se presentan en septiembre, van a sacar la obra pública de su estancamiento. Creeríamos en la posibilidad de que efectivamente sirvan para crear gran un pacto de colaboración entre la banca, las constructoras y el Estado para alcanzar soluciones de financiación privada o mixta público-privada de las obras públicas. Igualmente, en otros tiempos daríamos por buenos los rumores que hablan de importantes planes públicos para apoyar la rehabilitación para viviendas usadas en los cascos históricos de las principales ciudades, así como para el urbanismo de esos mismos centros. 
Sin embargo, esta vez no vamos a creer nada, ni tampoco vamos a negar que dichos planes existan. Simplemente vamos a sentarnos a esperar a ver qué ocurre. 

Quién sabe, quizá esta vez sí se ponga en marcha el corazón parado de la industria de la construcción. Ese gigante dormido que, con el conveniente estímulo, puede volver a dar grandes tardes de gloria a nuestros indicadores económicos.