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miércoles, 23 de mayo de 2012

¿La financiación privada de Fomento es la solución?


De la nada no sale nada, dice el proverbio inglés. Y bien que lo estamos notando en los últimos años en cuanto a política de infraestructuras. El recorte sucesivo de las infraestructuras y el descrédito masivo (y quién sabe si organizado) desde los medios de comunicación, ridiculizando -cuando no criminalizando- las obras acometidas, debe tener pronto su fin.

España necesita seguir desarrollando sus ¡nfraestructuras, y las obras deben someterse a planes de viabilidad más rigurosos que algunos de los realizados para obras públicas de dudosa utilidad. Pero Fomento debería responder a este estado de opinión “anti-infraestructuras” explicando su necesidad para nuestro desarrollo, su impacto positivo en nuestra economía, y su papel decisivo en la creación de empleo. Pero para hacerlo, es el propio Ministerio, y el Gobierno, quien debe creer en ello, quien debe apostar, y hacerlo pronto, por recuperar unos niveles de inversión razonables. Si no hace nada, no saldrá nada, como decimos.

La última propuesta de la ministra Ana Pastor, la “financiación público-privada al 50%”, parece ir en la buena dirección. Aunque todavía no se ha comprometido nada en firme y la situación económica, con nuevos recortes casi cada semana, puede disolver este nuevo azucarillo, pinchar este nuevo globo sonda. 

Sería un error grave que el Gobierno tomara el camino de las ocurrencias, de las promesas “en general”, y de la falta de decisión en esta materia. Esa clase de política ya la hemos probado, y sabemos a dónde conduce.

De manera que ahora toca creer en esta nueva medida para salir del atolladero. Una media que, por otra parte, tiene buenos precedentes y cuenta con la predisposición del sector privado de la construcción, que sigue siendo un gigante encadenado a la espera de que alguien tenga el buen sentido de liberarlo. De momento, lo que vemos en estos meses es la salida al exterior de nuestras empresas de infraestructuras, que demuestran allí donde van su buen hacer. Sólo se necesita un poco de oxígeno, que corra el dinero por las endurecidas arterias del sector, para volver a poner en marcha al enfermo. La capacidad existe de sobra, pero hace falta decisión.