El pasado Cngreso Nacional de Áridos celebrado en Madrid mostró la buena disposición de un sector preparado para el cambio, consciente de la necesidad de realizar reformas técnicas, de mejorar sus equipamientos, apostar por el valor añadido y reestructurar su organización empresarial y su reforzar su compromiso con el medio ambiente.
Desde ese punto de vista, fue un congreso positivo y esperanzador. Sin embargo, finalmente, cualquier posibilidad de recuperación en el ámbito de las materias primas es dependiente de la reactivación de la demanda, y ese es un factor en el que la industria de los áridos no tiene ninguna capacidad de influir.
Tal como expuso el director general de la Fedreación de Áridos, César Luaces en sus conclusiones: “No se dejará atrás la crisis hasta que no se recupere el sector de la construcción”. Hasta la fecha, la mejoría de la situación económica no ha tenido más que un pálido reflejo en el sector de la construcción, el gran sacrificado en esta crisis.No obstante, los niveles de paro no descenderán dejándolo de lado.
Según Luaces, “los ridículos índices de consumo de áridos, impropios de un país desarrollado, demuestran que la inversión pública en ejecución y manteni- miento de infraestructuras está bajo mínimos y que la edificación sigue en horas muy bajas, sin haberse resuelto sus problemas estructurales”.
Son muchas las razones para esperar la recuperación. Porque, por ejemplo, “a pesar de la crisis, se constata el peso económico del sector y el rele- vante papel en la economía de las zonas rurales, donde con frecuencia es la principal industria”. Y sobre todo porque un país no puede prescindir de un sector como la construcción, tal como las cifras de actividad revelan, si quiere volver a la senda de un crecimiento sostenido de su economía.
Sin embargo, todos los profesionales del ámbito de los áridos llevamos ya demasiados años pensando que esta situación no puede alargarse por más tiempo y que la recuperación está al doblar la esquina, y no acaba de llegar. Esperamos sinceramente que 2016 sea por fin el año en que las cosas mejoren.
Dicen que ya se ve luz al final del túnel, esperemos que no sea la de un tren dispuesto a arrollarnos.