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lunes, 23 de septiembre de 2013

EDITORIAL. Este debería ser el último año de la depresión


Es una temeridad dar un pronóstico positivo. Desde 2008 todos los pronósticos más o menos positivos que se han dado para nuestra economía, han sido un fiasco. No obstante, esta vez parece que sí, que es posible que hallamos tocado fondo y estemos empezando una lenta remontada.

Hay algunas razones para pensar que efectivamente la economía ha dejado de contraerse. En primer lugar, los datos del paro -ampliamente ayudados or el contingente de exiliados económicos que estamos lanzando a toda Europa- han cambiado de tendencia. Por otra parte, el constante crecimeinto de nuestras exportaciones, señala que dentro de las empresas españolas se ha operado un cambio de mentalidad y una reorganización de sus estrategias y capacidades. A esto debe añadirse que si bien la banca sigue teniendo importantes dificultades (la morosidad crece y el crédito sigue detenido), lo peor parece haber pasado gracias a los suculentos rescates recibidos. No hay razón para pensar que su saneamiento no puede mejorar en breve su capacidad de irrigar el sistema de crédito. 

A estos factores debe añadirse el lado positivo del fuerte desgarro que ha supuesto la crisis a nuestras empresas. Como en todas las plagas, sequías o hambrunas, en la naturaleza se acelera la selección natural y osbreviven los más fuertes y mejor adaptados al entorno. Eso ha sucedido en España, y entre las miles de empresas que han perecido y las miles también que se han reinventado desde los cimientos, podemos pensar que los supervivientes son más ágiles, competitivos y fuertes de lo que eran hace cinco años. Desde luego están, en general, exhaustas por el esfuerzo, pero han sabido dosificar el esfuerzo, redimensionarse, buscar nuevos sistemas de organización, innovar, mejorar su conocimiento del cliente, y están en una posición óptima para capitalizar el nuevo tiempo que parece estar iniciándose, lentamente pero sin marcha atrás.


El problema, una vez que confiamos en la recuperación, está en su intensidad. Sería necesario crecer mucho y muy rápido para recuperar el empleo destruido y hacer volver el consumo y la actividad productiva a sus niveles óptimos. Pero quizá no vuelva nunca aquella época, ni debamos esperarla, para empezar a luchar.